Entregando el testigo

2 10 2009

En plena decisión sobre la ciudad que será sede de los próximos JJ.OO. en 2016, uno termina contagiándose de ese espíritu. Se siente (le gustaría sentirse) un poco deportista, concretamente velocistas, en un mundo que gira tan rápido en el que a veces resulta complicado darse cuenta de cuándo te toca entregar el testigo. En esa tesitura me he encontrado esta semana cuando sin darme cuenta me ha tocado pasar la posta a los que venían corriendo por mi espalda.

El relevo se entregó esta semana

El relevo se entregó esta semana

Ya me han alcanzado. He dejado de ser el único universatario en la familia Ramiro Fernández y una vez más los sentimientos y las sensaciones al otro lado de la valla son distintos. No es lo mismo correr, que dar ánimos desde la grada. Por ello en esos ojos de apenas 18 años se ha reflejado estos días la angustía ante lo desconocido, el temor ante esa tremenda montaña que hoy parece insalvable y la desilusión de saberse, simple y llanamente, un número.

Son las reglas de la Universidad, aunque allí no todo es negativo. Las sonrisas también se han dejado entrever estos días, en los que Guadalupe, mi hermana, ha comenzado a dar sus primeros pasos en ese nuevo mundo. El mundo que, afortunadamente, ella ha elegido, aunque a partir de ahora todo gire en inglés. La cultura anglosajona la espera con los brazos abiertos y los textos de Shakespeare, Oscar Wilde o Edgar Allan Poe ya ruedan por el piso, acompañados de un traductor y un cuaderno de notas. Con ellos como excusa ha hecho sus primeras amistades, las más especiales, las más importantes. A buen seguro algunas de ellas se convertirán en amig@s para toda la vida, cuando las anécdotas y los buenos momentos vayan llenando una mochila donde hoy sólo cabe un estuche, un cuaderno y mucha ilusión.Son las (otras) reglas de la Universidad.

Fue el pasado lunes cuando Guada aterrizó de ese triple salto mortal que la ha llevado desde su pueblo natal, Guadalupe (Cáceres) hasta Madrid. Casi nada. Y cuesta mantener el equilibrio ante una caída de tal magnitud, aunque ella ya se ha puesto manos a la obra. No tengo dudas de que lo conseguirá, porque su capacidad de sacrificio y superación está más que demostrada hasta el punto de llegar a correr más rápido de lo que antes lo hicimos otros. Piensa que el listón está alto, quizá demasiado, aunque pronto se dará cuenta de que no es así. Superarlo le llevará un esfuerzo extra, un peaje con el que pagar el impagable tiempo pasado con los suyos, pero lo hará. Entre otras cosas porque desde la grada le llega el ánimo y la fuerza de todos los que la queremos. Ella solo tiene que correr.

Correr, hasta esa meta que hoy aparece en un horizonte muy lejano, a cuatro años vista, en la que la fórmula del éxito se resume en trabajo, humildad, sacrificio y talento. Guada cuenta con todo eso y más. Porque a las puertas de ese universo que ya ha comenzado a paladear llega con la ilusión de esa niña que un día fue y con las ganas de quien desea comerse el mundo a mordiscos. Son sensaciones lógicas al inicio de la carrera, en el puesto de salida, mientras se espera el testigo, pero son sensaciones y sentimientos que deben perdurar porque esta carrera es de resistencia. Y en ellas lo importante no es llegar (algo que ella ya ha hecho) sino mantenerse. Sólo así podrá escuchar los ánimos que le llegan desde la grada mientras esperamos un nuevo triunfo. Estamos orgullosos de ti. Estamos contigo.


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