Lo peligroso de estas instrucciones es que uno nunca sabe cuando puede utilizarlas. El abismo puede esconderse a la vuelta de la esquina o en lo alto de una cima. Puede ser ese paso que cambie tu vida o ese asunto de tu pasado al que te niegas a regresar. En cualquier caso, guárdelas en lugar seguro y llévelas siempre consigo. Y si tiene alguna duda no acuda a su farmacéutico, le será mucho más útil acudir al sentido común.
En primer lugar, no es recomendable enfrentarse al abismo con exceso de equipaje, ya sea físico o emocional. Mejor deshacerse de toda carga innecesaria a la hora de asomarse a ese precipicio, no vaya usted a perder el equilibrio en esas circunstancias.
Si alguien tiene vértigo, la única prescripción es no mirar hacia abajo. No mire hacia abajo, da igual la distancia o la altura, que usted mida 1,60 o cerca de dos metros, no mire hacia abajo. Mire al frente, así tendrá claro su objetivo.
A continuación repare en el calzado. El calzado es importante. Unas botas para caminar o unas zapatillas cómodas son siempre una buena elección. Se desaconsejan las chanclas y los tacones, porque en esas situaciones el terreno nunca es firme.
En cuanto a la ropa, dependerá del momento del año en que uno se enfrente al abismo. En este punto se recomienda el otoño o la primavera, épocas propicias para la catarsis, aunque no siempre se puede elegir.
Si llegados a este punto usted se encuentra algo aturdido no se preocupe. Si nota que su corazón bombea de forma acelerada y el sudor recorre su frente no se apure. Debe respirar profundo y de manera pausada. Inspirar-expirar. Inspirar-expirar. Así 4 o 5 cinco veces. A la sexta o séptima vez ya no necesitará controlar la respiración y lo seguirá haciendo de manera natural. Es el momento de disfrutar del paisaje, de las aves que revolotean a esas alturas, la mayoría rapaces. Tómese su tiempo, no todos los días se tienen estas vistas.
A estas alturas usted debería pensar que todo esto está muy bien, pero que usted no ha llegado hasta aquí única y exclusivamente para admirar lo que tiene delante. En este momento usted debería preguntarse que se hace ante el abismo. Las respuestas se limitan a dos.
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Si le pesan las piernas y la fatiga le obliga a sentarse y tomar un respiro. Si la cabeza no deja de dar vueltas a las consecuencias y los peligros de enfrentarse al abismo, es muy posible que usted no esté preparado. No tema a darse la vuelta y desandar el camino andado. Si duda, dé marcha atrás. Hay algo que no le hemos advertido, el abismo seguirá ahí esperándole y tarde o temprano deberá volvérselas a ver con él. Vuelva usted cuando quiera.
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Si se siente excitado y estimulado, si la responsabilidad no le asusta, si está decidido a dar un paso adelante en su vida usted está preparado para enfrentarse al abismo, usted está preparado para saltar, para descubrir que hay más allá. En ese momento le importa un bledo si la bruma no le deja ver que hay detrás de ese salto, usted solo quiere saltar. No hay más que hablar. Salte, salte, salte y siéntase libre de una vez.