El torpedo es Raúl

21 10 2010

Otra valla derribada, una nueva cima conquistada, otra página de la historia escrita con su puño y letra. Con su tesón, con su incombustible esfuerzo, con su calidad, con su oportunismo innato alcanzó anoche Raúl González Blanco los 69 goles en competiciones europeas (68 en Champions League y 1 en Supercopa de Europa). Ya no tiene a nadie por delante, a su lado convive un tal Gerhard ‘Torpedo’ Müller que alcanzó esa mítica cifra repartidos entre la década de los sesenta y setenta. Por detrás, aparecen una ristra de excelentes delanteros (Inzaghi, Van Nistelrooy, Andrei Shevchenko o Thierry Henry) que agranda aún más la leyenda del 7 blanco.

 

Raúl repitió gesto, goles y hasta color en la camiseta

Sí, blanco, porque Raúl sigue marcando goles vestido de ese color (aunque la primera equipación del equipo alemán es azul). Así al menos lo hizo anoche en un nuevo guiño del destino. Un año después de marcar su último gol con el Real Madrid en la máxima competición europea frente al Milan, Raúl recuperó la sonrisa para guiar a su equipo a la victoria y subir un peldaño más en la historia de este deporte. Para esto aseguran que había fichado por el Schalke 04 y el objetivo ya está cumplido. Aunque conociendo a Raúl, a buen seguro, que no piensa pararse ahí.

Él siempre ha sido un ‘Ferrrari’, como acertadamente lo definió Fernando Hierro en su día, y su sino fue, ha sido y es ser el número uno en todo, ésa ha sido su meta durante toda su carrera, con sus limitaciones, su esfuerzo y sus virtudes.  Por eso cambió la calidez de su casa, bajo el amparo del Santiago Bernabéu, por la gélida Gelsenkirchen. Al Ferrari le costó arrancar, le ayudó la llegada de Jurado, otro que ayer marcó un gol antológico, y la buena compenetración con ex-compañeros suyos como el holandés Huntelaar.

La sombra de la duda sobre su rendimiento ha planeado su aventura alemana, el eterno debate sobre su re-anunciada cuesta abajo ha llenado la páginas de la información deportiva y a buen seguro que sus detractores no se quitarán la venda ni siquiera para reconocer este mérito, otro más, el penúltimo, tal vez. Porque ahora todavía tiene tres partidos por delante para agigantar su leyenda, para volver a serntirse el número uno (al menos en la tabla de máximos goleadores), para mirar por el retrovisor al resto, para descubrir que el torpedo, en realidad, es él.